Estaba toda
la Iglesia llena, pero a las buenas familias, rectas y generosas, nunca les faltaba
un lugar privilegiado en la homilía.
Juan Antonio
Reig, él “mentor”, el padre, el hijo y el espíritu Santo.
Benditas
palabras que llenaron las almas de verdades como puños, ciertamente al fin se atrevía
alguien
a plantar cara al Demonio.
El Demonio
anda entre nosotros, a modo de sodomitas viciosos, que corrompen a los hijos de
familias rectas, y potencialmente productivas de nuestra comunidad cristiana.
¡Qué gran
verdad!
Pero no
todos son tan divertidos señor Obispo, hay algunos que solo van a la Sauna e
incluso otros, creen en páginas de
internet para encontrar a un príncipe azul.
Demonios que pretenden ocupar sus iglesias, vestidos ambos de impropios atuendos que atentarían contra la virtud de unos ojos cristianos, buscando el Sacramento
del matrimonio gay.
Sodomitas
viciosos que quieren perpetuar sus familias adoptando hijos.
Abandonados
de orfanatos del tercer mundo, o tal vez de madres adolescentes o de hogares
rotos por la droga y el alcohol.
Pero no nos
desviemos del tema, ciertamente los mejores, bajo mi criterio son, de los que
gracias a sus palabras el mundo hoy conoce mejor.
Chaperos,
putos, frecuentadores de bares de noche, bebedores de alcohol.
Yo he tenido
a mi mesa chaperos, putas y las diosas de la belleza, transexuales. Modelos,
blancos, negros, mestizos e incluso mujeres y hombres heterosexuales comerciantes de carne, vendedores de mamadas.
La Sodomía trayendo
el Infierno a la Tierra.
Y que Infierno…
¡Un segundo, se me quema algo en el horno!
Estoy
calentando las calderas, hoy preparo una cena.
Ahora que ya
sé, gracias a sus palabras, como llamar a mis invitados.
¡Diablillos
cachondos!
Chaperos
maricones y putas bolleras, sin olvidar mis enfermas “transgeneras".
Gracias por
enseñarme antes de comprar el billete, como va iba ser su Cielo. Menos mal, con
lo que cuesta hoy en día que te devuelvan el dinero…
No me había
dado cuenta que lo que verdaderamente deseo, es justamente la perdición y que
en brazos de la sodomía, danzo ante la vida.
Danzo contra
dictadores, déspotas, gurús de la Nada.
Ignorantes del Amor y de las mieles del
placer carnal.
Cobardes que se refugian en sotanas y que no juzgan a los pedófilos.
Si en mi
casa y en mi mesa, hoy y siempre cenaran chaperos maricones.
Le invitaría
a sentarse a mi mesa para que aprendiera algo del Nirvana que supone mi vida,
pero sería faltar a sus creencias. No me atrevería jamás a insultar con una
invitación a una moral tan recta.
Yo pese
haber escogido el Infierno (según usted) a diferencia de su “Santidad” no le
faltaría al respeto.
En mi mesa
no hay cubiertos para usted y en mi casa no entra cualquiera.
Me encanta, espero que en su mesa haya un cubierto para mi.
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