Los limoneros
se secaron y perecieron, abandonados por la desidia.
Los limoneros
dieron paso a los rosales.
Los rosales
florecieron, pero se llenaron de pulgón.
Los rosales
luchan por sobrevivir.
El miedo
salió de mis labios y el futuro pareció menos oscuro.
El futuro
dejó de ser sueño, para ser presente.
Las visitas
más queridas del maquillado pasado, solo trajeron alegrías fugaces descargando
soledad.
Como si
fuera la última visita, la despedida no anunciada.
El instante
pesado, la solución una quimera, el final pospuesto.
Y tal como
aparecieron los pétalos en la tierra acida por los cítricos, abonaré una vez
más mi corazón de esperanza.
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