En el estudio de BURJON tan pronto arreglamos fotos que nos hacemos
unas mechas californianas y es que desde que tengo una vecina marica que vivo al
fin, en paz.
Había oído a mis amigas quejarse una y otra vez que en
Barcelona todo el mundo era gay y yo nunca tuve la fortuna de compartir mi sodomía
con un vecino.
Hora del café, con ron cubano que ella vino de Miami…
Y wepa wepa pal súper bandada de maricones al son de la Estefan, carritos pintorescos,
pashmina al cuello, gafas a lo Rappel y tarde de compras.
No puedo dejar de sentirme en un capítulo de las
Chicas de Oro o la versión gay de Friends, vamos que estoy en una nube.
No tiene precio ir de camino a un evento y poder
comentar con tu vecina si vas mona o eres un mamut ante el frío.
Si mi casa siempre fue famosa por ser Villa Travesti,
cenas hasta altas horas de la madrugada, afters y excesos matutinos, ahora ya
somos dos perras en un mismo bloque.
Y es que, que sería de Barcelona sin sus coloristas
maricas de allá de los mares, con su “Comol Estal Perral”.
Mi vecina que en realidad tiene pene, aun que es toda
una señora. Nos costumiza la escalera con sus limpiezas de aura y su adorado
Shangó.
Me abre cocos en la cabeza y me limpia de envidias,
todo ello aderezado por ron cubano que entre Santo y limpieza, salgo de su casa
que soy una ensalada tropical borracha.
Estoy encantada con mi vecina nueva, eso si es un buen
regalo de Christma´s. Solo puedo rezarle a Iemanja que las Miami Sound Machine no
requieran de su castellano abusado de “L´s”.
Ay mi amol!
¡Tu bloque ahora tiene más color!besotes!
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