No hay drag-queen hispano-cristiana que se precie, que
no haya pasado por un restaurante.
Compartido jornada laboral, con una cocina llena de
sonrientes musulmanes, con su:
-Gracias Amigo, yo entender, yo hacer, tu decir,
gracias amigo…
Y un sinfín de
frases sin verbo con mucho artículo, pero ante una palabra de una servidora mal
sonante, como un clásico, coño, joder; carcajada musulmana al canto.
Como Chip y Chop van de dos en dos y en su árabe nativo,
impronunciable para cualquiera que no sea vecino suyo, se dedican a jadear un
idioma que atemoriza a los europeos de a pie.
Sobre todo si después de hablar, se giran y sonríen enseñándote
una hilera de dientes blancos, enmarcados en una piel entre marrón, mostaza y
gris.
Predispuestos siempre al trabajo y agradecidos ante
cualquier gesto de bondad, calientes entre fogones y según ellos grandes “foliadores”.
Con el permiso de trabajo, les deben dar un catalogo
de nombres de la vagina, versionados con su pronunciación:
Txo-txo, chir-chi, chochilo,
valinaá.
-Yo o saber, yo preguntar amigo.
Está visto que como la canción, tengo un millar de
amigos.
Lo bueno que tienen, que nunca comen nuestra comida,
siempre hay jamón a mano, por otro lado no deja de ser sospechoso, con lo que
parece gustarles una buena cerda.
A veces me los miro de reojo, por si dejan lo que
están haciendo se quitan el mandil y zas, explosión de lentejuelas con
bailecito a lo Bollywood.
No voy a tardar en convencerlos para que me hagan de
bailarines, Reina Arabica entre mis Chip-Chop, cargadita de tules de colores
brillantes y mucha moneda dorada por todas partes, es que me veo, me veo!Y me gusto, me gusto!
Es que una reina, pone muchísimo a una amante de la extravagancia.
Voy a llamar a Gaultier, para que me haga una sencilla
coronita como la que luciera Madonna en el Girlie Show, algo que destroce los
controles de los aeropuertos, de un buen pitido al pasar el control de aduanas.
Un gran amasijo de cristales y borlas de strass, que me
dejen las cervicales clavadas en su sitio, que tenga que ponerme un collarín tipo
mujer jirafa, por si acaso me veía pobre solo con la corona.
Como los del reality Perdidos en la Tribu, una vez
pasado el primer contacto, haber intimado banalidades, puedo decir orgullosa:
Tengo un millar
de amigo, amigo.
*Fotografía Jordi Laguna, modelos Soberbia Dolce & Gina Burdel
No hay comentarios:
Publicar un comentario