domingo, 20 de enero de 2013

Reina Arabica y un millar de amigo, amigo



No hay drag-queen hispano-cristiana que se precie, que no haya pasado por un restaurante.

Compartido jornada laboral, con una cocina llena de sonrientes musulmanes, con su:
-Gracias Amigo, yo entender, yo hacer, tu decir, gracias amigo…

 Y un sinfín de frases sin verbo con mucho artículo, pero ante una palabra de una servidora mal sonante, como un clásico, coño, joder; carcajada musulmana al canto.

Como Chip y Chop van de dos en dos y en su árabe nativo, impronunciable para cualquiera que no sea vecino suyo, se dedican a jadear un idioma que atemoriza a los europeos de a pie.

Sobre todo si después de hablar, se giran y sonríen enseñándote una hilera de dientes blancos, enmarcados en una piel entre marrón, mostaza y gris.

Predispuestos siempre al trabajo y agradecidos ante cualquier gesto de bondad, calientes entre fogones y según ellos grandes “foliadores”.

Con el permiso de trabajo, les deben dar un catalogo de nombres de la vagina, versionados con  su pronunciación:

Txo-txo, chir-chi, chochilo, valinaá.

-Yo o saber, yo preguntar amigo.

Está visto que como la canción, tengo un millar de amigos.

Lo bueno que tienen, que nunca comen nuestra comida, siempre hay jamón a mano, por otro lado no deja de ser sospechoso, con lo que parece gustarles una buena cerda.

A veces me los miro de reojo, por si dejan lo que están haciendo se quitan el mandil y zas, explosión de lentejuelas con bailecito a lo Bollywood.

No voy a tardar en convencerlos para que me hagan de bailarines, Reina Arabica entre mis Chip-Chop, cargadita de tules de colores brillantes y mucha moneda dorada por todas partes, es que me veo, me veo!Y me gusto, me gusto!
  
Es que una reina, pone muchísimo a una amante de la extravagancia.

Voy a llamar a Gaultier, para que me haga una sencilla coronita como la que luciera Madonna en el Girlie Show, algo que destroce los controles de los aeropuertos, de un buen pitido al pasar el control de aduanas.


Un gran amasijo de cristales y borlas de strass, que me dejen las cervicales clavadas en su sitio, que tenga que ponerme un collarín tipo mujer jirafa,  por si  acaso me veía pobre solo con la corona.



Como los del reality Perdidos en la Tribu, una vez pasado el primer contacto, haber intimado banalidades, puedo decir orgullosa:

 Tengo un millar de amigo, amigo.

                             *Fotografía Jordi Laguna, modelos Soberbia Dolce & Gina Burdel

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